La mayoría de las enfermedades humanas están causadas por bacterias, virus o protozoos. En la vida cotidiana, estamos rodeados de innumerables microorganismos que entran en nuestro cuerpo. Que se produzca o no una infección depende de la naturaleza del microorganismo y de las defensas del cuerpo humano. El resultado de una infección puede ser variado. Si el agente patógeno consigue multiplicarse, conduce al pleno desarrollo de la enfermedad. Puede haber un equilibrio entre los mecanismos de defensa y la multiplicación del patógeno, en cuyo caso se denomina infección crónica. Si el sistema inmunitario gana, la enfermedad se cura y el organismo puede volverse inmune.
